Mentalidad de escritor, no de tiburón
¿Alguna vez te has preguntado que separa a quienes se declaran listos para escribir la nueva gran novela americana (pero nunca escriben nada), de aquellos “privilegiados” que se ponen manos a la obra desde el día uno y no paran hasta tener un primer borrador?
La respuesta está en aprender a cultivar una mentalidad adecuada.
Si algo nos ha enseñado la experiencia es que la decisión de sentarse a escribir “en serio” no es producto de un talento innato y tampoco una cuestión de suerte. Quiénes escriben con consistencia, lo hacen porque han desarrollado una metodología para hacerlo; tienen una mentalidad de escritor que los ayuda a hacer el trabajo pesado.
Te presentamos las claves para que tú también la desarrolles
Cuando cumplí catorce años decidí que mi “talento oculto” era escribir historias. Por alguna razón mi cabeza tenía la facilidad para coleccionar y ordenar hechos y ocurrencias curiosas (¿alguien dijo chismes de secundaria?), para luego transformarlos en anécdotas/historias que, recuerdo, a más de uno le sacaron una sonrisa.
Lo mio, lo mio, era la escritura. Estaba convivencida que había nacido para ser novelista y, ni rápida ni perezosa, así se lo comuniqué a medio mundo. Pero, para mi mala suerte, a los catorce años nunca nadie me dijo que convertirse en novelista es una de esas cosas que parecen sencillas de lograr cuando las dices, pero se complican un poco cuando al fin las haces (o, que de menos, lo intentas).
Mi problema en aquel entonces era el mismo que han padecido (y siguen padeciendo) miles de escritores primerizos: te sientas a a escribir con una idea concreta en la cabeza (que además te emociona bastante) y, despúes de anotar unos cuantos párrafos, algo en ti duda. Revisas lo que escribiste y…¡sorpresa! No se parece en nada a esa idea arrolladora que tantas vueltas te dio en la cabeza.
Por supuesto, intentas arreglarlo, pero de pronto todo parece indicar que la cosa va de mal en peor. Despues de algunas enmendaduras te queda un texto que, no sólo no reconoces, sino que ahora tampoco puedes explicar con claridad cual era tu idea original (y genial).
Y puesto que, como bien dicen las malas lenguas, la confusión es la madre de la desmotivación, en menos de lo que canta un gallo la emoción inicial con la que te sentaste a escribir se esfuma, dejándote ahí, tirada con un montón de párrafos del todo inservibles y unas ganas tremendas de ponerte a hacer otra cosa. Lo que sea, poco importa. Y así, sin que te des cuenta, pasan las semanas, los meses y, si te pareces a mi, también los años y, de todos los proyectos que inicias, sólo completas unos cuantos. Esos que, por alguna razón, no te cuestan mucho trabajo.
Como no eres ingenuo, pronto te das cuenta que la gran mayoría de tus proyectos siguen ese mismo patrón: inicias emocionado y todo parece ir viento en popa hasta que, de pronto, algo pasa. La historia se complica, los personajes no actuan como tu quieres, la vida se te mete en medio. Te ves obligado a parar. Despues de la pausa no sabes como continuar y, desmotivado, abandonas la historia. Y claro, cuando una nueva idea brillante te visita, el ciclo (vicioso) comienza de nuevo.
¿Reconoces este patrón? Que no panda el cúnico. Acá hay una buena noticia: tu situación tiene remedio. Si estás harto de dar vueltas en el mismo lugar (igualito que tú labradoodle, Chacmool, cuando le entra la emoción), la solución es simple: tienes que desarrollar hábitos que te ayuden a concluir esos proyectos. Tienes que desarrollar lo que en esta redacción conocemos como una mentalidad de crecimiento.
La mentalidad de escritor no es otra cosa que el nombre artístico/creativo de la mentalidad de crecimiento, es decir, una postura que considera a los desafíos y al error como oportunidades de desarrollo personal y no cómo meros obstáculos en tu camino.
Si eres activo en redes sociales, estamos seguros que has oído hablar del tema y, tal vez, no en el buen sentido de la palabra. Para mala suerte de todos, el inconsciente colectivo actual suele asociar la mentalidad de crecimiento con ese pensamiento positivo (entre mágico y tóxico) tan común en algunos autores de autoayuda de hoy en día.
Aclaramos: no le estamos echando tierra a toda la industria de la autoayuda y el crecimiento personal (la verdad, hay autores y libros muy buenos. En otros artículos hablaremos de ellos). Lo que queremos señalar es que “pensar positivo” en todo momento y circunstancia no sólo es un consejo poco realista y desatinado, sino que tampoco es una buena definición de mentalidad de crecimiento.
A diferencia del individuo que sólo se dedica a pensar positivo, la persona que ha desarrollado una auténtica mentalidad de crecimiento no evita pensar en “cosas negativas” o en los proyectos que no han salido del todo bien. Tampoco evita repasar sus propios errores, ni pensar en los posibles obstáculos futuros. Al contrario. La persona que ha adoptado una verdadera mentalidad de crecimiento es autoreflexiva: analiza errores pasados e idea modos de no volver a caer con la misma piedra en futuras ocasiones.
Por ejemplo. Imaginemos que una persona no tiene tiempo para escribir (a pesar de tener la cabeza llena de ideas increíbles); su agenda está repleta. Si este individuo se conduce por la vida con una mentalidad fija, el no tener tiempo para escribir siempre va a ser el impedimento #1 para terminar esa novela. Y si encima está persona sin tiempo solo se se limita a pensar en cosas “positivas”, vivirá diciéndose que mañana es un nuevo día y que, el tiempo que necesita para escribir en algún momento llegará.
En cambio, un individuo que ha desarrollado una mentalidad de crecimiento y que de verdad quiera encontrar tiempo para escribir, encontrará la manera de fábricar esos preciados minutos. Quizás tenga que renunciar a hacer alguna de sus actividades, o a pasar tiempo innecesario en el oficina, etc. (cada cabeza es un mundo). El punto a resaltar aquí es el siguiente: una persona que ha desarrollado su mentalidad de crecimiento, no espera a que el mundo se acomode a sus necesidades. Es ella la que se adapta.
La buena noticia es que cualquier persona iniciarse en el proceso de adopción de una mentalidad de crecimiento si así lo desea; ser un genio o una “persona de éxito” no es ningún prerrequisito.
El individuo que ha adoptado una mentalidad de crecimiento ha también aprendido a pensar de modo estratégico.
LPor ejemplo. Imaginemos que una persona no tiene tiempo para escribir (a pesar de tener la cabeza llena de ideas increíbles); su agenda está repleta. Si este individuo se conduce por la vida con una mentalidad fija, el no tener tiempo para escribir siempre va a ser el impedimento #1 para terminar esa novela. Y si encima está persona sin tiempo solo se se limita a pensar en cosas “positivas”, vivirá diciéndose que mañana es un nuevo día y que, el tiempo que necesita para escribir en algún momento llegará.
En cambio, un individuo que ha desarrollado una mentalidad de crecimiento y que de verdad quiera encontrar tiempo para escribir, encontrará la manera de fábricar esos preciados minutos. Quizás tenga que renunciar a hacer alguna de sus actividades, o a pasar tiempo innecesario en el oficina, etc. (cada cabeza es un mundo). El punto a resaltar aquí es el siguiente: una persona que ha desarrollado su mentalidad de crecimiento, no espera a que el mundo se acomode a sus necesidades. Es ella la que se adapta.
La buena noticia es que cualquier persona iniciarse en el proceso de adopción de una mentalidad de crecimiento si así lo desea; ser un genio o una “persona de éxito” no es ningún prerrequisito.
Aunque la relación no sea super evidente, si eres escritor (o aspiras a convertirte en uno) empezar a adoptar una mentalidad de crecimiento es una de las mejores decisiones que puedes tomar porqué esto es lo que te ayudará a afrontar con buena cara los sube y baja del proceso creativo.
De hecho, el patrón del que hablamos más arriba (sentirse incapaz de terminar un proyecto concreto, o que al final este no resulte ser lo que habias planeado) es el típico proceso que sigue cualquier proyecto creativo y, por lo tanto, es inevitable: todos los escritores lo experimentan en mayor o menor medida. Sin embargo, aquellos que han desarrollado una mentalidad de crecimiento son capaces de mantener a raya la desmotivación, la apatía y la frustración que viene cuando el primer borrador de un proyecto no te sale como lo imaginabas.
Si te dedicas a crear historias, desarrollar una mentalidad de crecimiento es el primer paso para sacarle la vuelta a la frustración que genera el proceso creativo.
Si aún no te convencemos, checa algunos de los beneficios que te traerá desarrollar una mentalidad de crecimiento:
1) Aprenderás a estar cómodo con la incertidumbre.
Cualquiera que viva (o mal viva) de escribir, te confirmará que aprender a estar cómodo con la incertidumbre es un requisito para mantener la sanidad mental en esta profesión pues no saber que va a pasar es una constante en el mundo editorial. Piénsalo un poco. La incertidumbre no acaba cuando por fin terminas esa primera novela, ahora se abren nuevas preguntas: ¿encontrarás una editorial que te publique? ¿le gustará el libro a los lectores? ¿se venderá bien? ¿la editorial te ofrecerá un nuevo contrato para tu segundo, tercer y cuarto libro…o puras tunas?
La única manera de no perder la cabeza y abandonar todo es desarrollando resiliencia y tolerancia.
2) Aceptarás la evolución de un proyecto creativo sin malviajes.
A todos nos ha pasado: empiezas a escribir un cuento de misterio y terminas escribiendo una novela de terror. La historia evoluciona y, de pronto, no sabes como lidiar con los cambios sin sentir que estás perdiendo el control creativo. Si este tipo de “sorpresas” siempre terminan por hacerte dudar de tu propio proceso, desarrollar una mentalidad de crecimiento te ayudarán a sentirte cómodo con las distintas etapas de la creación.
Cuando te dedicas a escribir, romper con la mentalidad todo o nada caracteristica de los primeros años de oficio es uno de los paso más complicados de dar.
Para nuestra mala suerte, al cerebro humano se le dificulta bastante mantener la atención en un proyecto largo, especialmente si no hay ninguna recompensa en el camino.
Piensa en el último objetivo ambicioso que te hayas propuesto lograr. Puede ser cualquier cosa, no necesariamente algo creativo: correr un maratón, aprender un nuevo idioma desde cero, ponerte en una forma envidiable o terminar una certificación larga y medio tediosa. Si lograste conquistar tu objetivo, lo más probable es que alguien te haya acompañado durante el proceso, al menos para echarte porras. Pero, para nuestra mala suerte, el trabajo creativo no suele ser así. Cuando te pones a escribir una larga novela, ¿quién te motiva a seguir creando? Si no tienes a nadie echandote porras, ¿cómo le haces para no tirar la toalla a medio camino?
Algo de lo que casi nadie habla es de lo difcil es mantener la motivación para seguir escribiendo cuando no tienes a nadie que te aliente o que te lea de modo crítico. Por eso, cuando desarrollas una mentalidad de crecimiento y adquieres resiliencia, también aprendes a autorregular tus ritmos de trabajo y a no depender tanto de la motivación para seguir escribiendo.
Cuando se trata de cambiar y de desarrollarse como profesional, no hay recetas mágicas ni atajos. Tu mejor alternativa es empezar a implementar pequeñas tareas diarias que, con el tiempo y un poco de persistencia, eventualmente se convertirán en hábitos de crecimiento.
Estas son algunas de las prácticas diarias que a los miembros de esta redacción le han funcionado de mil maravillas:
Y, en el proceso, intentar mantener a raya todo rastro de culpa, verguenza y toda la colección de emociones negativas que usualmente llegan cuando cometes un “error”. Cada que te sientes a escribir algo, recuerda que nadie (nisiquiera los escritores más prolíficos) crea una obra de arte en una sentada. Los buenos cuentos/novelas/ensayos/crónicas/etc. son producto de un montón de revisiones y sesiones de reesscritura. El proceso creativo no es líneal y nunca lo será.
Un escritor que ha desarrollado una mentalidad de crecimiento siempre ve los “errores” como oportunidades de aprender algo nuevo. ¿Tus intentos por escribir sin una escaleta terminaron en fracaso rotundo? Vélo como información suplementaría sobre tu proceso creativo. ¿Empezaste a escribir un cuento largo y terminaste con una noveleta? Ahora sabes que una buena planeación es necesaria. Si empiezas a mirar tus fallos como oportunidades de mejorar tu técnica o tus procesos, habrás dado un paso crucial hacía la profesionalización de tu oficio.
Tal vez creas que seis meses son suficientes para escribir el primer borrador de una novela corta pero, si por alguna razón ese timeline inicial se alarga, no te sientas culpable o mal por ello. Evita interpretar el aplazamiento como un fallo. En su lugar, preguntate que (o quién) te hizo escoger tu plazo inicial en primer lugar. Con la práctica, entenderás que los procesos creativos no sólo tienen altas y bajas (cómo explicamos arriba), sino que también tienen sus propios tiempos.
Quizás, una de las cosas que más te pueden ayudar a abandonar la óptica todo-o-nada tan propia de una mentalidad fija, es aprender de los procesos creativos de otros escritores. Busca gente que se dedique a labores creativas y hazles preguntas: ¿cómo generan nuevas ideas y cómo escogen cuales perseguir?, ¿tienen un proceso de creación específico, algún ritual tal vez?, ¿cuanto tiempo les toma completar un proyecto de principio a fin?, ¿cómo saben cuando una historia ya está lista para enfrentarse al mundo? Estas son algunas preguntas que, estamos seguros, te darán material para iniciar conversaciones más que reveladoras.
En este artículo explicamos que la mentalidad de crecimiento es una postura que considera a los desafíos y al error como oportunidades de desarrollo personal y no cómo meros obstáculos en tu camino. A diferencia de la persona que sólo piensa en cosas “positivas” y se rehusa a pensar en lo malo o en sus errores, una persona que ha adoptado una mentalidad de crecimiento genuina es alguien super autoreflexivo: siempre está analizando errores pasados e ideando modos para no volver a repetirlos.
En otras palabras, la persona que ha adoptado una mentalidad de crecimiento también ha aprendido a pensar de modo estratégico.
Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con la escritura? Muy sencillo. Si eres escritor, adoptar una mentalidad de crecimiento te ayudará porqué esto te permitirá afrontar con buena cara los sube y baja del proceso creativo.
Los siguientes son algunos beneficios de desarrollar una mentalidad de crecimiento cómo escritor:
Finalmente, estás son algunas prácticas que puedes implementar en tu vida cotidiana para desarrollar tu mentalidad de crecimiento:
Entonces, ¿qué te pareció el artículo? ¿estás listo para adoptar una mentalidad de crecimiento y con ello darle un boost a tu carrera creativa? No te olvides de compartirnos tus impresiones en la caja de comentarios.
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